jueves, 25 de septiembre de 2008

Muy lejos está aquella idea de "hacer política"...


Hola Dios. Soy conciente, y creo que usted también, que si existiera un índice o un medidor de tolerancia, los argentinos romperíamos récords, pero de insuficiencia. Y no pretendo hacerle un discurso moralista o una exposición de buenos valores en contraposición a los malos valores, como podría ser la intolerancia. Para eso ya existe la Biblia. Por lo tanto solo quiero descargar en su oído omnipresente, mi sentimiento de molestia hacia lo extremista que son los argentinos a la hora de tomar alguna medida concreta.
El mejor ejemplo de lo que le estaba diciendo, lo padecimos hace menos de un mes, con frecuentes cortes de calles, disturbios en algunas líneas de subte y hasta tomas de colegios, por parte de estudiantes secundarios. La movilización era una forma de protesta contra la política de otorgamiento de becas, impulsada por Mauricio Macri. El actual jefe de gobierno porteño, que sigue manejando una gestión desgraciadamente conductista, por ensayo-error, más acorde a una empresa que a una ciudad, hizo un recorte importante de becas, de las cuales - las que quedan por supuesto -, serán entregadas a “quien realmente lo necesita”. Un criterio demasiado ambiguo y muy discutible sobre el que se basó el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires para esta nueva implementación.
Los afectados directos por la medida en cuestión, los estudiantes, (en el sentido genérico de la palabra), ante la nefasta noticia del acortamiento de una educación con ya serios problemas, salieron cual señor feudal, cual “piquetero” a tomar control de la tierra y entorpecer la vida cotidiana de miles de argentinos. Se optó por el plan de lucha más reduccionista, más extremo, el que afecta a los menos afectados por la causa. El que debió considerarse como última opción.
Cuando se toman decisiones sobre la vida de un tercero, uno se apropia de derechos ilegítimos que dan una falsa sensación de legítimo poder; la cual enturbia aún más la racionalidad, estimula a los puños y excita a la lengua. En las calles se rayaron autos y se rompió la vía pública. Se llegó a pedirle documentación a un médico que tenía que salvar una vida como condición de acceso, desde un pedestal autoritario que causaba escalofríos. En Congreso se entonaron cánticos que comparaban a la actual gestión con el nazismo, y se trató a Macri como un dictador setentista. ¡Se lo comparó con un gobierno que usaba como política nacional el secuestro, la tortura y la desaparición sistemática de personas! ¿Hasta qué punto caben las comparaciones y con qué criterios se efectúan Dios?
Sinceramente, no canso de asombrarme de lo mal que se manejan algunos temas imprescindibles para el crecimiento de un país, como es en este caso, la educación. No hay límites para los impulsos. Lejos estamos de la concepción de “hacer política”, que toma como pilares, el consenso, el diálogo y el respeto ante todo. En tanto y en cuanto sigamos cultivando y esparciendo la intolerancia. Dándole lugar y naturalizando catalogaciones que marcan estúpidas diferencias como el “negro” y el “blanco”, el “argentino” y el “bolita”, el que tiene plata y el que no. De esa manera estamos obviando un concepto fundamental para la organización de un país. Por el que tanto lucharon Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón, entre no muchos otros: una democracia sustentada por la igualdad. Amén.
Por Bruno M. Bordonaba

jueves, 11 de septiembre de 2008

Bartolomé Mitre sin duda no es un Callejero, hace cuatro años que no sale a la calle..

Dios que estás en los cielos, o en todas partes, realmente no me queda muy claro: recurro a tu siempre pasivo y abierto oído porque siento que mientras “Bailando por un sueño” aumenta progresivamente su rating muchos que deberían ser escuchados parecen lobos aullándole desesperadamente a la luna.
Tu que lo ves todo ya debiste de haber notado que la calle Bartolomé Mitre se encuentra cerrada y ahora pasó a ser un irritable y obstaculizante santuario en memoria de las victimas de la tragedia de Cromagnon, ocurrida el 30 de diciembre del 2004.
Estoy enterado que estás muy ocupado y que no soy el único que recurre a tu escucha para hablar de los indignantes problemas de gestión y autoridad, en este caso, que sufre mi país. Por lo tanto voy a hacerte una breve introducción histórica de lo que pasó aquella triste fecha. Los seguidores del grupo “Callejeros” fueron a ver a sus ídolos en un recital en el barrio porteño de Once, más precisamente en el boliche “República de Cromagnon”, nombre que pasó a convertirse en el recordatorio de uno de los “accidentes” causados por la inconciencia y la falta de compromiso por la vida, más grande de nuestros tiempos. Cuando un asesino arrojó una bengala (luego de los previos avisos de la banda para que no las arrojaran) que se incrustó en el inflamable techo del boliche provocando un incendio que le arrancó las vidas a casi 200 personas que no pudieron huir a tiempo de un lugar superpoblado, con las puertas de emergencia cerradas y no señalizadas y con una improvisada guardería en los baños, entre otras vergonzosas falencias que poseía el establecimiento y lo hacían inhabilitable.
El dueño del comercio, el empresario Omar Chabán, era un potencial asesino (como tantos que no estuvieron en el lugar equivocado a la hora equivocada), y su propiedad donde debía ocurrir una fiesta se transformó en una ratonera donde muchos de los que lograron salir a tiempo del infierno murieron a causa del monóxido de carbono emanado por las paredes del boliche al entrar nuevamente a salvar a sus compañeros, amigos y familiares.
Las tristes secuelas de Cromagnon nos van a quedar grabadas a fuego y espero, Dios, que se haga justicia en el juicio. Aunque estoy indignado porque es evidente que en Argentina todavía se imponen los impulsivos antes que los racionales. Cortar una calle donde pasaban diez líneas de colectivos por más triste y terrible que haya sido Cromagnon, es primero mezclar las cosas y segundo, el más claro ejemplo de la calamidad de gestión y autoridad de nuestros ex – Jefes de Gobierno, Aníbal Ibarra y Jorge Telerman.
Hoy, año 2008, hay intentos de correcta gestión por parte del actual Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, quien confirmó que la calle Bartolomé Mitre, entre Jean Jaurés y Ecuador que se ha mantenido cerrada desde la tragedia se reabrirá para el transito vehicular únicamente y se creará un espacio para la memoria, lo cual no solo es insuficiente sino también ridículo que transiten autos y no peatones.
Dios, te pido que ilumines algún cráneo con cerebro que pueda, después de cuatro años, destrabar esa arteria de Once que está bloqueada y se cree un espacio para la memoria que no interfiera con la vida cotidiana de todos los que tenemos que pasar por esa zona. Amén.
Por Bruno M. Bordonaba